Siempre dejaba las sábanas sin cambiar,
la toalla que había usado ella;
no se mojaba la cara en la ducha unos días.Así mantenía su olor y el olor de los recuerdos.
Pasados unos días puso la lavadora,
y le dijo adiós a aquella noche.
Se duchó y llegó a la oficina.
Allí encontró ese aroma tal dulce,
que le recordaba a ella.
Miró a su alrededor; no había ninguna mujer.
Pasaron las horas, pero no el olor.
Al llevarse una mano a la barbilla,
mientras elucubraba de donde vendría el olor;
descubrió que venía de él mismo.
La colonia se había acabado hace días.
En la ducha solo tenía jabón neutro;
ese olor era el de su propia piel.
Se fue hasta un espejo;
se olió…
se miró…
se tocó…
se descubrió…y se gustó.
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