“Trata a las personas como si fueran lo que deberían ser, y ayúdalas a convertirse en lo que son capaces de ser.” Goethe

miércoles, 16 de febrero de 2011

Historias de San Valentin I

(Calle Alcalá, Cibeles, GranVía)

                         Las farolas iluminaban la calle Génova aún dormida. Al fondo, entre las ramas de los árboles desnudos, el amanecer pintaba ocres entre nubes grises.
         Pedro caminaba hacia el trabajo disfrutando los colores del día. Los coches avanzaban con prisa calle abajo y calle arriba, dibujando con las luces una marabunta de luciérnagas rojas y blancas.
        Al llegar al semáforo se detuvo esperando a que parasen los coches que bajaban locos por llegar a fichar. En el suelo le llamó la atención un montón de diminutos cristales blancos y rojos esparcidos por el asfalto. Cerca de la acera el esqueleto de un faro delantero y trozos de plástico negro delataban  un accidente.
       Cruzó el asfalto pintado con rayas blancas y horrorizado descubrió que el rojo de los diminutos cristales era sangre. Llegando a la otra acera, tropezó con algo, al fijarse más, intuyó que era un móvil aplastado. No se pudo detener a comprobar su estado, los coches rugían a su lado sin compasión subiendo a todo gas la calle.
      Miró hacia atrás, esperando encontrar pistas de lo sucedido. Todo seguía como siempre, gente con prisas caminaba por las aceras, los taxis blancos lucían en el techo su luz verde y los repartidores descargaban en sus respectivos destinos periódicos, barriles de cerveza o comida congelada.
     Pedro siguió su camino hasta la oficina como un autómata, afectado por lo que sin duda era el atropello de alguien. Para olvidar pensó en Luz, en la inolvidable noche de San Valentín que disfrutaron juntos y en las ojeras que se vio esta mañana, en el espejo, antes de ducharse.
     Dejó una nota grande escrita sobre la servilleta de papel para que la viese al desayunar: ‘Gracias por tatuar (con besos y caricias) en mi piel el Amor. Te Amo. Pedro’. Luego salió a toda prisa hacia el trabajo.
           Se cruzó con una chica que sonreía hablando por el móvil, e instintivamente echó mano al bolsillo de su abrigo; pero estaba vacío. Registró todos los bolsillos sin encontrarlo. Estaba seguro de haber guardado el móvil antes de salir, de hecho, la alarma de mensaje entrante sonó mientras salía del vagón del metro y decidió leerlo con calma al llegar a la oficina.
         Sus piernas dieron media vuelta y se dirigió, sin pensar, a la salida del metro. Un flas le había deslumbrado viéndose con el móvil en la mano mientras bajaba por Génova. Sus ojos rastreaban el suelo en busca de un objeto rojo, una funda de móvil de tela elástica roja con la imagen del Che Guevara grabada en negro.
         Al llegar a la acera del fatídico cruce apareció junto a un árbol. Allí estaba,con el dibujo manchado de tierra. Sin duda, algún carterista le había quitado el móvil… y se había desecho de la funda tirándola al suelo. Cayó en la cuenta de que tampoco había sentido la cartera en el bolsillo de la camisa...


Santa 15/02/2010

No hay comentarios:


Mahatma Gandhi 1869-1948. Político y pensador indio

Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él.

Carpe Diem