Cuando las hojas vuelan

Foto de paseo por Hayedo de Montejo. Santa


Somos hojas de colores unidas a pequeñas ramas del árbol de la vida.


De color verde pálido, que según pasa el tiempo va madurando a verdes más
intensos. Llegado un día, volamos en libertad a manos del viento. Da igual
si se está en la parte más alta o más baja, el viento mueve a todas por
igual. Como un director que crea una sinfonía melódica uniendo a cada
solista.


En el aire conocemos hojas de otros árboles, con forma de
corazón como las hayas o de sierra como el roble, hojas con cinco dedos y
hojas que parecen una pluma pintando formas en el espacio que recorren. En
la levedad de su ser ciertas hojas esconden el misterio del amor.


Cambian su color en el otoño, creando bellos mosaicos al
lado del río quieto que calma la sed de los árboles. Intentan encontrar su
alma gemela, que no igual; hojas de olmo con castaño, hoja de una rosa con
la de abedul y flotan durante un instante cerca de las estrellas. Para
desaparecer poco a poco sin dejar rastro como el otoño.


Cada año algún poeta escribe versos al otoño y
entre ellos deja un par de hojas (una roja y otra verde) que escondidas
entre el papel no mueren nunca.