“Trata a las personas como si fueran lo que deberían ser, y ayúdalas a convertirse en lo que son capaces de ser.” Goethe

martes, 25 de septiembre de 2012

ELA. Un relato diferente




                               Se despertó al sentir agua caliente resbalando por su cadera. Tenía empapada la espalda de agua o sudor, no sabía cual de las dos podía ser. Se incorporó en la cama y estiró su mano hasta dar al interruptor de la lámpara de noche. Al mirar su pijama de raso beige comprobó que tenía una mancha amarilla a lo largo de la cintura, se había orinado.
                  Hacía veinte años que no le pasaba, la última fue cuando reestructuró la empresa y despidió a ciento veinte trabajadores. En esa época recibía cartas con amenazas hacia su persona y un día en la entrada de garaje  de su empresa veinte personas, algunas con pancartas pidiendo justicia, rodearon el coche y comenzaron a increparle. Alguien golpeó con el palo de una pancarta el capó y fue seguido por otro y otro. Los agentes de seguridad llegaron con policías justo a tiempo y pudo escapar entrando en su garaje.
                 Al salir del coche notó la entrepierna húmeda y caliente; como pudo subió a su despacho y allí en su habitación privada se duchó y se cambió.

                 Esta vez no había nada que temer, su cargo político como ministro llevaba asociado escolta día y noche en la puerta de su casa. Se decidió a ir al baño, pero sus piernas no respondían. Lo intentó una y otra vez, pero de cintura para abajo sus órdenes no llegaban a los músculos de las piernas.

                Gritó varias veces esperando que su mujer que dormía en la habitación contigua lo oyese. Nada. Buscó en la agenda de su móvil  a su mujer y no contestaba. Probo con su amante y tampoco. Con el de su hija que todavía no habría salido a la universidad, con el de su hijo de quince, con el de Marcel su secretario, con Luis el jefe de seguridad. Nadie contestaba.

                Se quedó pensativo mirándose al espejo, enfrente de su cama, y vio su cuerpo delgado, envejecido, como los pobres que ve en la puerta de la Iglesia del Sagrado Corazón los domingos cuando va a misa. Una lágrima resbaló por su pómulo izquierdo y a esta siguieron otras en el otro pómulo hasta convertirse en un manantial de lágrimas.

                Un grito desesperado salió de lo más profundo de su ser, estremeciendo a los vecinos de la calle Costa Rica donde vivía. Luego silencio.

                 Una lengua le despertó, era Robert su fiel perro de caza que dormía en su misma habitación. Tiró las sábanas a un lado y movió las piernas,  el espejo reflejaba a un hombre de sesenta años con su pijama de raso beige de auténtica seda de la India.
Mostraba un cuerpo bien cuidado a base de partidos de padel, masajes diarios, comida sana y buena vida.

                 Se duchó y se puso un traje azul de Armani, zapatos italianos, corbata de seda a juego.
                 Hoy había consejo de ministros, se aprobarían nuevas medidas para recortar el gasto en sanidad, en investigación, en ayudas para personas discapacitadas.

                 Por la tarde reunión para terminar los últimos detalles de la salida a bolsa de su empresa, que puso a nombre de su mujer, y  que le proporcionaría varios millones de euros de beneficios sin perder el control de la misma.

                 En el espejo del ascensor de su casa se sonrió al recordar la pesadilla tan absurda que había tenido. Nada ni nadie podría con él…

Nunca había oído hablar de una enfermedad llamada ELA.
Pero ella, le estaba esperando en la puerta.

Santa 25-Sept-2012

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Mahatma Gandhi 1869-1948. Político y pensador indio

Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él.

Carpe Diem