“Trata a las personas como si fueran lo que deberían ser, y ayúdalas a convertirse en lo que son capaces de ser.” Goethe

jueves, 3 de marzo de 2011

Historias de Sofás II

                                 Acudió a varios fisioterapeutas, ya que tenía que levantarse a los tres cuartos de hora de estar sentado. El traumatólogo al ver la resonancia magnética no encontró ninguna vértebra dañada o hernia discal que diese origen a los dolores.

               Los sueños, jugaron con los recuerdos que tenía olvidados, reabriendo cicatrices mal curadas. El destino, quiso que volviesen a encontrarse el la librería donde Luis dejaba anuncios, ofreciéndose como ilustrador de cuentos.

                          Bajo la aparente frialdad del saludo a Malena, su corazón estaba en llamas:

-A veces marcaba tu teléfono, para colgar antes de que sonase la llamada-dijo ella
-¿Por qué no dejaste que sonase mi móvil?- Respondió él.
-¡Tú dijiste que no se me ocurriera volver a llamarte!- Recordó ella
- Eso fue entonces…No podía más ¿Cómo estás ahora?- alegó él
- ¡Muy bien, estoy con una persona desde hace un año!

                      Aguantó como pudo, de pie, las palabras de Malena; que dejaron hecha jirones su alma, rota como las alas de una mariposa. Se despidió más tranquilo, después de asimilar que nunca fue igual el amor del uno por la otra...
                     Al llegar a casa, cogió un cuchillo y lo clavó una y otra vez en el futón del sofá. Hasta deshacerlo y deshacerse en lluvia purificadora. Llamó a su amigo Miguel y le contó lo que había pasado. Cuando llegó, salieron de su casa y se fueron una temporada a la de Miguel; hasta que recobrase fuerza para olvidar.
                     En casa de su amigo conoció a Rebeca, una compañera de trabajo. De amanecer en atardecer, a pocos; Luis se recuperó. No así del dolor lumbar, que seguía castigándolo todos los días. Rebeca y Miguel compraron un futón verde para el sofá.
                      Entró en su casa abrazado a Rebeca. La vida regaló a Luis una oportunidad más, y él no la desaprovechó. Ella quería de verdad a Luis y se lo demostraba cada minuto libre que tenía. Eran felices.
                    Como última solución para su dolor, intentando evitar el quirófano; acudió a un osteópata. Pero no funcionó. Antes de empezar las pruebas para la operación, Rebeca sugirió que podían cambiar el sofá por otro más cómodo que solo fuese sofá. Buscaron por los extrarradios de la ciudad sentándose en miles de sofás hasta encontrar uno de tela naranja que les convenció a los dos.

                    Una semana antes de pasar por el quirófano llegó el sofá. Los transportistas se llevaron el viejo. Así terminó la vida de uno y empezó la del otro.
                    El día antes de la operación Luis llamó urgentemente al cirujano que le iba a operar, ya no le dolía la espalda:

-¡Doctor no me opero, ya no me duele la espalda…!-
-Eso es imposible…- Respondió incrédulo el doctor.
-No sé si es imposible, pero estoy curado. Gracias por todo –

                   Colgó y se quedó sentado en el sofá, al lado de Rebeca. La tela del sofá era rústica y antimanchas; la espuma de relleno cálida y confortable. Celebraron la cura con una cena, y luego, dejando sus cuerpos desnudos sobre él; encontraron el amor que buscaban en sus vidas.

Santa 1/02/2011

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Mahatma Gandhi 1869-1948. Político y pensador indio

Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él.

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