(Alambres en Campillo de Ranas)
No sé si admirar o condenar esa facilidad que tiene usted para andar con el corazón por un alambre y nunca se le caiga. Sobretodo en estas fechas, en las que cualquier petardo puede hacer que pierda la concentración.
Explique, para bien de todos, como hace para no caer subida en un alambre, cuando los copos de nieve traen fotos del pasado y letras de poemas aniquiladores. Usted con quién crucé el cielo siendo un valiente suicida y aterricé en el infierno del loco jardín de las delicias.
Usted debería controlar sus labios al hablar, sus ojos al sonreír, su piel que luce al sol y sus manos que escriben enredadas cartas sin remite.
He de reconocer que sigo sin controlar los besos que van del corazón a los labios, las caricias de regalan mis manos, las letras de poemas lanzadas a quién me abraza, con quien ardo ahora desnudo en cuerpo y alma; como usted no supo hacer hace años con su corazón funambulista.
Gracias por invitarme a verla nuevamente, pero entienda que mi corazón de náufrago no debe y yo estoy un poco cansado de ciudades invisibles asentadas en alambres que hieren.
Saludos cordiales para usted, que fue un amor imposible y ahora es un extraño amor funambulista olvidado.
Puede que seas el amor imposible, de tu amor imposible…
Pero eso es un milagro.
Dario Jaramillo Agudelo, Del Amor, del Olvido.
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