Enamorarse de la Luna…
es un juego peligroso para el Sol.
Llena de si, maquillada como una Geisha de nieve,
de fresca hermosura nocturna,
habla con la mirada al Sol,
que se llena de brillos y esperanzas en sus ojos.
Amanece; el Sol abre su corazón al viento
radiando su ilusión en besos de fuego,
que diluyen con dulzura la timidez de la Luna,
que se le escapa una sonrisa anaranjada.
Hay noches que se pierde en sus heridas del pasado,
esconde su risa, desaparece en su cielo,
dejando al Sol una noche fría, cerrada, negra, sin piel.
Al amanecer, sus rayos son pétalos de margarita
blancos, fofos, tristes.
Brilla con melancolía, para que sus rayos,
no quemen las heridas sin cicatrizar de la Luna oculta.
es un juego peligroso para el Sol.
Llena de si, maquillada como una Geisha de nieve,
de fresca hermosura nocturna,
habla con la mirada al Sol,
que se llena de brillos y esperanzas en sus ojos.
Amanece; el Sol abre su corazón al viento
radiando su ilusión en besos de fuego,
que diluyen con dulzura la timidez de la Luna,
que se le escapa una sonrisa anaranjada.
Hay noches que se pierde en sus heridas del pasado,
esconde su risa, desaparece en su cielo,
dejando al Sol una noche fría, cerrada, negra, sin piel.
Al amanecer, sus rayos son pétalos de margarita
blancos, fofos, tristes.
Brilla con melancolía, para que sus rayos,
no quemen las heridas sin cicatrizar de la Luna oculta.
Santa 4-jun-09
1 comentario:
Me gusta mucho tu poema,melancolia andando por la pluma de un nostalgico.
Besos del norte,de las tierras montañosas repletas de cariño hacia ti
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